Continuando con los relatos de nuestros profesores de sus experiencias de formación en el extranjero, dentro de la sección Centraleros sin fronteras, Carmen Utrilla nos habla de sus estudios de arte dramático en Wroclãw, Polonia durante los años 74 y 75.
Era el año 1974. Yo estudiaba simultáneamente en la facultad de Ciencias de la Información y en la RESAD. España, entonces, era un país en blanco y negro. La mayoría de las casas españolas tenían una sola televisión con dos canales y en blanco y negro. No existían ordenadores, ni teléfonos móviles y todavía vivía Franco.
En el curso de 1974 de la RESAD apareció Andrej Leparski, profesor de mimo y pantomima de la Universidad de Wroclãw. Al terminar el año escolar me propuso para una beca para continuar mis estudios en Polonia. Me la dieron.
Cuando llegué a mi casa le dije a mi padre: papá, me voy a Polonia. Él me respondió: “¿A Bolonia? ¿Y qué vas a hacer allí?”. Tuve que recalcarle que era Polonia con P.
Yo tenía diecinueve años y me iba a un país del telón de acero del que en España no se sabía absolutamente nada.
Cogí mi maleta y, después de un viaje interminable enlazando vuelos por media Europa, llegué a Varsovia y de allí a Wroclãw. Me llevé un chasco cuando comprobé que en la dictadura comunista también había Coca-cola.
A la mañana siguiente nos reunimos todos los alumnos becados (uno por país) y nos llevaron en autobuses a Sklarska Poreba. Allí sería nuestro curso.
En mitad de las montañas trabajamos desde las ocho de la mañana, con una pausa de dos horas al mediodía, hasta las seis o siete de la tarde.
Improvisaciones, expresión corporal, mimo, esgrima, acrobacias, charlas… nos ocupaban todo el día. Aquello parecía la ONU. Un montón de gente joven viviendo una experiencia inolvidable.
El día que nos dijeron que el grupo de Grotowski vendría a trabajar con nosotros, los nervios y la ilusión de todos se desbordaron.
Para mí, profesionalmente, fue una maravilla, y personalmente me hizo crecer de una manera impresionante. Conocí a gente de todo el mundo y aún conservo amigos de aquella época. Viví en un país donde existía una dictadura distinta, pero dictadura al fin y al cabo, como en España.
Y volví. Empecé a estudiar Polaco, tal era la nostalgia, en Filosofía y Letras. Seguí en la RESAD, terminé ese curso y también en la Facultad.
En el verano de 1975 volví a Polonia. Repetimos el curso. Gente distinta, experiencias nuevas, los amigos polacos…Lo recuerdo como algo maravilloso.
Hace dos años, en 2009, nos reunimos un grupo de aquel curso de 1974. ¡Dios mío! ¡qué feos, gordos y calvos estábamos todos… pero que divertido fue vernos de nuevo!
Me llamaban, me llaman, Karmenska.