“La ciudad Invisible” es el primer proyecto cinematográfico hecho con un sistema de captura de movimiento en España. Para este experimento el director y también ilustrador  Javier de Juan ha contado con una de nuestras profesoras, Arantxa de Juan, como jefe de casting y coach de movimiento en el rodaje. Nos cuenta para La Centralita esta interesantísima experiencia.

Conocí a Javier de Juan en Nueva York a finales de los 80. El era un reconocidísimo pintor de la movida madrileña. Para mí fue una alegría, después de 20 años, recibir su llamada en la que solicitaba mis servicios para este experimento.

 En ‘La ciudad invisible’ participaron una veintena de actores y actrices con una especial formación en expresión corporal. Se trataba de buscar actores con movimientos expresivos, pero que  no fueran  bailarines. La tecnología utilizada en el rodaje de la película es un  software específico de captura de movimiento, basado en giroscopios y acelerómetros. Cada movimiento del actor queda reproducido en un muñeco “tipo” en 3D., carente de identidad física y emotiva. El actor, a través de unos  sensores acoplados a un traje que recuerda a los de neopreno,  daba la entidad buscada por Javier para cada personaje. Esto suponía un entrenamiento exhaustivo previo al rodaje para encontrar la precisión requerida.

Mi labor empezó en la forma selección de los actores. Descubrimos como la altura y el peso imprimen una forma de movimiento. Al contrario que en los castings en los que he participado, en este caso el diseño de personaje estaba ya realizado por Javier y el actor debía “corresponder” y acoplarse a este dibujo.

No servían las técnicas habituales utilizadas por los actores ante la cámara., sino que partiendo de la esencia del movimiento el actor iba encontrando las claves de la identidad del personaje.

Como el “plano” era general y en 3D los movimientos debían de ser muy precisos de  la cabeza a los pies. Actores de una profesionalidad más que probada delante de las cámaras se veían “desnudos” ante esta nueva técnica.

Para que los agotadores castings fueran efectivos, tuve que confeccionar un training personalizado. Sólo así conseguimos el resultado que buscábamos.

Una vez seleccionados los actores, emprendimos la tarea de  crear una forma de rodaje simplificada, batallando también con un presupuesto muy ajustado.

Los actores rodaron de uno en uno (excepto en un par de sesiones), con ensayos previos ese mismo día. Sólo cuando estaban perfectamente preparados, pasábamos a la captura de su movimiento con el traje específico y que, una vez puesto y calibrado, no se podían quitar.

En las secuencias de dos o más personajes, tuve que dar la réplica con toda la intencionalidad para que los movimientos nunca resultaran mecánicos, sino, por el contrario, estuvieran llenos de expresión. Yo fui la encargada de este trabajo, aprendiéndome prácticamente todo el guión. Ni que decir tiene de las marcas

En el suelo del espacio en el que grabamos dibujamos las plantas de los decorados que luego aparecerían en la película, de tal forma que las distancias fueran siempre las mismas.

Aunque los objetos que utilizamos en el rodaje no quedaban reflejados directamente en la captura, si descubrimos que tenían que ser prácticamente los mismos que luego aparecerían en la película.  Su forma y su peso cambiaban sustancialmente el movimiento y se trataba de buscar la máxima precisión para dar credibilidad a la ficción.

Afrontar este trabajo fue uno de los mayores retos de todo el equipo que trabajamos en el rodaje, puesto que los medios de los que disponíamos se alejaban mucho de las grandes superproducciones que se han llevado a cabo con este sistema en otros países  (Gollum en “El señor de los anillos”, “El planeta de los simios”, “Tintín”). Una vez mas, la imaginación y la entrega fueron las herramientas que suplieron los medios económicos.

 “La ciudad Invisible” es el principio de un largo camino. Hay otros proyectos en cartera que esperemos vean pronto la luz.