‘Celda 211’, ‘Lope’, ‘Eva’, ‘Invasor’ o ‘Tesis sobre un homicidio’ son algunas de las exitosas películas que forman parte de la filmografía de Alberto Ammann. El actor, de origen argentino, que ha desarrollado la mayor parte de su carrera en España cuenta con un Goya en su haber a Mejor Actor Revelación por su primer trabajo en cine, ‘Celda 211’. Ammann continúa con su carrera llena de proyectos y con un objetivo muy claro: “yo a los sesenta quiero tener mi bar y mi sala de teatro alternativo”.
Así de sincero y espontáneo se mostraba el actor el pasado día 23, en el Encuentro con profesionales en Central de Cine con los alumnos de segundo de Diplomatura y del Máster sobre su experiencia y su forma de entender la profesión:
“Lo importante es la historia, no el actor. Cuando algo dentro hace clic y lo importante pasa a ser la historia es cuando realmente te olvidas de ti. Y es probablemente cuando consigues los mejores momentos como actor. Ahí, algo mágico pasa en el que tú estás ya en ese tren. No estás manejando el tren”.
Eva Lesmes conducía el encuentro que comenzó por donde comienzan todas las grandes historias: por el principio, “¿de dónde surge tu vocación y cuál es tu trayectoria hasta acabar llamándote a ti mismo actor?”. Ammann, demostrando sus orígenes argentinos comentaba cada detalle y momento con la pasión el humor que se merece y se confesaba inexperto y asustado cuando llegó a ‘Celda 211’.
Por entonces aún no había terminado su formación en Corazza y ya había sido seleccionado para torear entre los grandes. A partir de superar la prueba de caras nuevas de Kuranda, las mismas directoras de casting le citaron para la de la película de Monzón.
“Yo hice la prueba con Eva Leyra y con muy poco tiempo me dice, “te quiere ver el director con Luis Tosar”. Y yo, calmado, “Ah, bueno, genial”, y ya cuando colgué es cuando dije, “bueno, voy a ver ahora cómo hago”. Pero me fui quitando presión. Era la escena en la que le digo, “fue un camello, el tío que mató fue un camello”, etc. Y ya estoy allí, con Daniel Monzón, todo el mundo y Luis Tosar y digo: “Fue un madero” (risas) Internamente dije, ¡la he cagado! (más risas). Tiré el texto y dije lo del madero y Luis me dice “¿a sí?” ¡Él seguía! Y entonces yo dije “mierda”. Pero lo curioso de eso es que me hizo ponerme en la situación del personaje. Lo traje para mi y dije “si” (risas) y seguí y tiré para delante. La cara de asombro de Daniel diciendo “¡este descarao!”. Y al parecer eso fue clave para que me cogieran”.
Ammann, que venía de una formación teatral, tuvo que enfrentarse a las dificultades del medio audiovisual todas de golpe y a la vez con el añadido de compartir pantalla con una máquina interpretativa como es Tosar. “Así como el actor no está por encima de la historia, hay que saber administrarse los sentimientos porque si empiezas “me sale una mierda, me sale una mierda”, entras en una bola que no lleva a ningún sitio. Y yo en Celda tuve momentos así, de paranoia.
Alberto también nos contó la dificultad de enfrentarse en el set de Celda 211 a la cámara y los elementos técnicos, y algunas anécdotas como que Carlos Bardem le movía en el set para ayudarle a favorecer a la luz o como en algunos planos cortos le costaba trabajar falseando el movimiento para no salirse de cuadro. Por ello Alberto valora mucho la formación que reciben los alumnos de Central de Cine ya que él tuvo que aprender a convivir con la técnica sobre la marcha y con mucha presión, haciendo y observando ya en el set.
El actor también desmenuzó el trabajo de composición que hizo en Lope para el que tuvo apenas 20 días para preparar. Las horas fueron pocas para aprender a montar a caballo, manejar la espada, leer sobre el personaje y la época y alguna de las obras de Lope. Además de pruebas de vestuario y maquillaje y lecturas de guión con el director y sus compañeros de reparto.
Aún hoy y después de toda su experiencia se pregunta cómo entrar y salir del personaje y sus emociones cuando uno deja de trabajar y se marcha a casa. “Es importante saber trabajar de una manera sana. Uno dice, qué hago si yo ahora aquí sacando las tripas, llorando y mostrando una cosa tremenda, cómo lo hago de una manera sana? Yo aun no lo tengo muy claro. Se que se puede lograr una deportividad en eso”.
El encuentro concluyó con las preguntas de los alumnos y un Alberto muy optimista animando a los centraleros a juntarse y a crear. Porque para el actor el secreto está en moverse y no dejar de hacer, pero, sobre todo, en saber qué es lo que uno quiere e ir a por ello.